Emprender tiene su aquel. No vale cualquiera, no lo quiere cualquiera.

Las razones por lo que me lancé desde el comienzo de mi vida profesional a emprender no la tengo muy clara… pero una de las razones principales fueron que no me gustaban los jefes. No es que tenga un problema con la autoridad, si hay que obedecer, se obedece, pero es que me cuesta entregársela a cualquier indocumentado que la vida me pone por delante. Esto lo vi en mi familia, especialemente en los hombres. Esto lo vi en la universidad, especialmente en los más titulados. Esto lo vi en la Iglesia, especialmente en los curas… y así todo.

Así que cuando me tocó empezar a responder a la pregunta de cómo ganarme la vida, el concepto de trabajar por cuenta ajena no apareció como posibilidad.

Si te has fijado he dicho “entregar la autoridad”. Si si, el componente más valioso de la autoridad es que te la dan, te la entregan y tú la ejercitas. La ley me entregó la autoridad sobre cada uno de mis hijos y cada día ellos me la revalidan. Si diseñas un buen producto con una buena promesa y la cumples, tus clientes te premian con fidelidad, quieren conocerte más y generas la posibilidad de generar cierta autoridad que como ya habrás entendido lleva intrínseca cierta responsabilidad.

La propuesta de valor de ese producto, mas allá del problema que resuelva, tiene dos caras. Una cara mira hacia tus propios principios y la otra cara mira a las necesidades de tus clientes… si estamos alineados generamos mayor impacto y del bueno… si lo que tú ofreces y desde donde lo ofreces, está alineado con los intereses de tus usuarios generarán ventas, muuuuuchas ventas. Ahora bien, hay quien solo mira a sus clientes y sus principios son relativos y fácilmente cambiables tipo Groucho Marx. Cuando esto ocurre, ya caíste en la trampa, comienzas a perseguir sus deseos como pollo sin cabeza, o dicho de otro modo, cambiando tus principios según se presenta la oportunidad. Y esto, queridas personas amantes de los negocios que quieren cambiar el mundo con los negocios, te desautoriza automáticamente ahora y por lo siglos de los siglos.

Yo entrego la autoridad de mis diseños a mis principios primero y a mi clientes después, por ese orden. ¿y tú a quién le entregas la autoridad?

Si lo que lees te mola, tengo una lista de distribución en la que cada día te envío un consejo en torno a tu marca personal, negocios de triple impacto y muuucha venta. Día que pasa, consejo que te pierdes

P.D. El Lean Startup metodología de diseño para desarrollar emprendimientos, no tiene ninguna pregunta, ninguna herramienta que mire hacia tu intención, propósito o principios… los presupone, como el valor a los soldados, pero esto es la entrada de otro post.

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